“Litraratura y literalidad”: la traducción como función especializada e integradora de la literatura

En “Literatura y literalidad” Octavio Paz apuesta por la relación activa y fructífera, literariamente hablando, que existe entre la creación y la traducción. Para Paz, la traducción poética no solo es posible sino que contribuye a la creación y al desarrollo de los diversos estilos literarios que han surgido la historia de la literatura.

En su ensayo, el autor clasifica la historia de la traducción en términos de cómo se concibe la relación entre la lengua y el pensamiento. Bajo esta manera entender la traducción, Paz establece dos periodos, por un lado, el periodo contemporáneo que comenzó con los modernos y, por el otro, el periodo anterior a éste, en donde la la traducción fungía como prueba de universalidad del pensamiento del hombre. Bajo este pensamiento, la traducción mostraba que a pesar de la diferencia, aparentemente superficial de la lenguas, en realidad el pensamiento era uno y así la traducción se convertía “no solo en la prueba suplementaria sino en una garantía de la unidad del espíritu”. En este sentido, la traducción servía para hacer ver que no importaba que las lenguas fueran distintas sino que el pensamiento era universal. Sin embargo, a partir de los siglos XVII y XVIII se reconoció la existencia de la pluralidad de pensamientos de las distintas civilizaciones: “el lenguaje pierde su universalidad y se revela como pluralidad de lenguas”. La “infinita variedad de temperamentos y pasiones” y la “multiplicidad de costumbres e instituciones” refutan la idea de un espíritu único. De esta forma, la traducción toma un enfoque radicalmente distinto. Irónicamente, se convierte en una manera de revelar las diferencias: “cada lengua es una visión del mundo”. En este sentido, los modernos tomaron ventaja del nuevo panorama que les había plantado cara. La traducción sería ahora la forma de mostrar esa variedad de heterogeneidades y la muestra de que “hablamos y pensamos diferente”.

Bajo estos cambios sustanciales, la traducción tiene que volver a definirse tanto en su esencia como en su práctica. El texto que resulta de la práctica de la traducción tiene una esencia dual, por un lado, es un texto único y, simultáneamente, es la traducción de otro texto. Para Paz, dicho texto es una invención, y de esta forma se vuelve único. Este texto es el resultado de una práctica absolutamente literaria, Paz considera que, así como la literatura es una función especializada del lenguaje, la traducción también lo es de la literatura. En estos términos, para Paz, claramente la traducción literal es únicamente “servil”, es decir, se utiliza para entender textos en otras lenguas, pero no es ni por asomo la verdadera traducción del poema. En palabras de Paz: “es un dispositivo generalmente compuesto por una hilera de palabras para ayudarnos a leer el texto en su lengua original”. De esta manera, se debe definir qué es lo en realidad se busca con la traducción moderna. Para ello, Paz cita el pensamiento de Valéry: “traducir es buscar con medios diferentes producir efectos análogos.”

En “Literatura y literalidad” la afirmación principal es que “la traducción poética es una operación análoga a la creación poética solo que se despliega en sentido inverso”. Para probar esta afirmación, Paz establece lo que considera las características intrínsecas de la poesía que son a su vez las que utiliza para definir la traducción. Por un lado, la poesía es plural en cuanto a la diversidad de sentidos que puede adquirir y es inmóvil en cuanto a la rigidez de sus signos. De esta forma, el poema es un esqueleto fijo en cuanto a su estructura, es decir, las palabras que la constituyen son invariables. Y, a su vez, los significados que adquieren son cambiantes. Paz establece al traductor y al creador como los agentes que trabajan con el lenguaje para lograr su obra literaria. Por un lado, el creador trabaja con lenguaje en movimiento y “constituye con signos móviles un texto inamovible”. En contraste, el traductor trabaja con “lenguaje congelado” y “desmonta los elementos” del poema que traduce para de nuevo poner en circulación los signos. Bajo esta definición y concepción de la traducción, los procesos de creación y traducción se vuelven inversos. El traductor también debe trabajar como poeta. El traductor tiene un trabajo similar al del lector y al del crítico: “cada lectura es una traducción y cada crítica es, o comienza por ser, una interpretación”. En términos de la traducción, la lectura también es traducción pero de una lengua en sí misma y la crítica “una versión libre del poema” o “una transposición”.

Paz lleva a sus últimas consecuencias la idea de que la traducción y la creación son procesos literarios inversos: los considera también “operaciones gemelas”. En términos de tradición literaria, Paz observa que la traducción ha tomado el papel de creación en muchas de las obras fundamentales de Occidente. Gran parte de esas obras ha llegado a sus lectores en forma de traducción, creadas por los grandes poetas. La traducción y la creación actúan “de forma indistinguible” en un “incesante flujo” de “mutua fecundación”

En términos de creación literaria quizás el punto más importante del ensayo de Paz tiene que ver con una afirmación que ha hecho en varias de sus publicaciones, las literaturas no son nacionales, no existe literatura francesa, ni literatura inglesa o literatura mexicana sino que existen estilos y corrientes y es mediante la traducción que éstos se desarrollan. “Los grandes periodos creadores de la poesía de Occidente” se deben a los “entrecruzamientos entre las diversas tradiciones poéticas” que se dan en formas de traducciones y adaptaciones de la literatura. Para Paz, los estilos literarios son translinguísticos, pasan de una lengua a otra.

Este ensayo es un manifiesto de la universalidad de la creación literaria y la necesidad de desarrollarla mediante la colaboración integral de las tradiciones literarias, pertenezcan o no a una misma lengua. La traducción es una pieza fundamental para este proceso. Es por ello que la idea de una traducción literal queda atrás, al igual que la de una traducción que busca unificar el pensamiento. En términos de los modernos, la traducción que muestra las singularidades y las diferencias produce literatura de riqueza universal. Contribuye a la expansión de las lenguas y por ende del pensamiento. En el sentido de Ottmar Ette en «La filología como ciencia de la vida» , esta corriente de pensamiento contribuye al desarrollo del lado humano del hombre y al reconocimiento de éste como ser racional. De esta manera, la vigencia de “Literatura y literalidad” en términos de la pertinencia de una teoría literaria integradora y vigente, es evidente.

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